Joaquín Morales Solá fue cronista de la dictadura genocida
Lo siento Graciana, esta vez no estamos en todo de acuerdo
Por María Laura Garrigós de Rébori
Acabo de leer la nota de Ailín Bullentini que publica hoy Página 12 a propósito de tu reacción frente al uso que otro periodista pretendió hacer de la muerte de Héctor Timerman.
Es cierto que hay jueces y jueces, y fiscales y fiscales, pero no es que unos sean más “humanos” que otros. Lamentablemente hay que reconocer que todos somos parte de la misma humanidad.
Es que aunque haya ellos y nosotros, cuando pensamos en cómo mejorar este mundo, y eso incluye al Poder Judicial, no podemos excluir a nadie.
Para mí el asunto es otro. Hay jueces respetuosos de los derechos que reconoce nuestra constitución y hay otros que deciden utilizar el derecho con otros objetivos, ya sean propios o ajenos.
Hay jueces y fiscales que aplican razonablemente principios básicos como que todos somos inocentes hasta que no se nos condene después de un juicio en el que nos hayamos podido defender.
Que saben que no se puede condenar por “sospechas” de que alguien hizo algo. No debe haber ninguna duda sobre qué se hizo, y cómo se hizo. Es que sin esa certeza, no estamos ante un juicio -tarea del Poder Judicial- sino ante las suposiciones típicas de comentarios malintencionados que, en las peores épocas que hemos vivido sirvieron para la caza de brujas y otras persecuciones.
Hay jueces y fiscales que tienen claro el valor supremo que se debe acordar a la libertad de las personas y sólo la restringen provisoriamente cuando no hay más remedio, cuando es indispensable. Pero antes de esa decisión saben que deben agotar todas las posibles alternativas.
En fin, hay jueces y fiscales que cumplen bien y orgullosamente su tarea y eso es lo menos que los ciudadanos debemos exigirles.
Hay mucho que cambiar en el Poder Judicial, lamentablemente nada nos asegura que lograremos inspirar a los jueces para que desarrollen empatía, pero lo que sí podremos hacer, y en esto confío, es desarrollar mecanismos de control para exigir el irrenunciable cumplimiento de nuestros derechos constitucionales.
No es sólo tarea de jueces y fiscales. Es nuestra.
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“El Poder Judicial debe ser más humano”
Por Ailín Bullentini
“El Poder Judicial tiene que ser más humano. La política no puede convertirlos en bestias.” La conclusión pertenece a la abogada Graciana Peñafort. Es el mensaje que dedicó a funcionarios judiciales después de la muerte del ex canciller Héctor Timerman, motivada por el “enojo grande” que todavía purgaba en la tarde de ayer por la columna de opinión en la que Joaquín Morales Solá, en el diario La Nación, hizo un “uso político” de la enfermedad y el deceso del ex funcionario para “pegarle a Cristina” Fernández de Kirchner. La abogada y amiga personal de Timerman se despachó durante la mañana en redes sociales y más tarde dialogó con Página12 sobre el tema.
“Esa nota me dio mucho enojo porque está mal por varios motivos. Está mal porque ofendió la memoria de Héctor y también porque él la quería mucho a Cristina. Usar su muerte para pegarle a ella es muy bajo”, dijo a este diario, reiterando algunas de las ideas que había volcado en un puñado de tweets tras leer el artículo en el que Morales Solá criticó la responsabilidad de la Justicia en la enfermedad por la que falleció Timerman y, de paso, aprovechó para insistir en la cualidad de “persona rencorosa y vengativa” de la ex mandataria. “Si Héctor la hubiera leído, se hubiera indignado. Es muy brutal, no es justo. Le tenía mucho afecto a Cristina”, sostuvo la abogada, para quien el artículo fue “una canallada” en la que su autor “además miente”.
Peñafort, que conoció a Timerman cuando él era embajador argentino en Estados Unidos, durante la primera presidencia de Fernández, y ella integrante del equipo redactor de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, remarcó en declaraciones a este diario que tras el final del gobierno de Fernández y “mientras él estuvo bien” con la ex mandataria “tenían comunicación directa”. “De hecho hay una última foto de ellos dos, con Héctor aún fuera de su casa, en el Instituto Patria”, recordó. Luego, cuando la enfermedad deterioró su estado de salud lo suficiente como para impedirle hablar, la ex presidenta se mantenía informada respecto de la situación del ex canciller a través de Peñafort.
Así la abogada lo puntualizó en uno de los tweets con los que desmintió a Morales Solá. “Sos injusto con CFK en tu nota, porque me consta que ella siempre estuvo atenta a cómo estaba su salud y su ánimo –tuiteó–. Lo sé, Joaquín, porque era a mí a quien CFK llamaba para preguntar y para trasmitir mensajes de afecto. Que yo siempre retransmití y Héctor siempre sonreía. Porque Timerman en un momento ya no pudo hablar por teléfono y luego, ya no pudo hablar. Mucho menos recibir visitas.”
Tal como mencionó a través de la red social, Peñafort insistió en que Timerman no logró obtener tratamiento para el cáncer de hígado que sufría debido al destrato del juez federal Claudio Bonadio, quien lo investigó y procesó por el Memorándum de Entendimiento con Irán, y a la Cámara de Casación que revisó su procesamiento con prisión preventiva. “Lo que yo sé a ciencia cierta es que Héctor tenía que viajar a Estados Unidos a tratarse y supliqué a la Justicia que no le impusieran prisión preventiva porque sabíamos lo que iba a pasar con la visa. Y se la pusieron igual”, sostuvo la abogada, que defendió a Timerman junto a su socio Alejandro Rúa.
Bonadio insistió en imponerle la prisión preventiva a Timerman, a quien procesó por encubrimiento y traición a la patria. A pesar de que la Cámara revocó ese último delito, sostuvo la prisión. Pero Peñafort insistió más. Durante la feria judicial estival, logró que el juez Sergio Torres y el fiscal Guillermo Marijuán levantaran esa medida para poder, así, insistir en que Estados Unidos repusiera la visa que había dado de baja al ex funcionario.
Tanto Torres como Marijuán son “tan jueces y fiscales de Comodoro Py como Bonadio y los jueces de la Cámara. Pero son humanos. No fueron lo salvajes que fueron Bonadio y esa Cámara”, evaluó Peñafort. “Hasta que logramos revertir la situación, pasó mucho tiempo, ya no hubo vuelta atrás. Cuando llegó a Estados Unidos ya no podían hacerle el tratamiento. Esto no es un ‘me parece’, una ‘interpretación’ ni una opinión. Es lo que pasó, me consta. Héctor podría haber tenido tratamiento y no lo tuvo por culpa del Poder Judicial argentino”, denunció.
Timerman regresó a Argentina y, entre las cosas que hizo antes de morir, figura declarar ante el Tribunal Oral Federal 8 que va a dirigir el juicio por el memorándum. Declaró desde su casa y por adelantado. “Fue más humana la situación que aquella declaración que le tomó Bonadio. Y se quedó todo lo tranquilo que una persona puede estar cuando se lo involucra en una causa tan vergonzante”, apuntó la abogada, quien concluyó: “El Poder Judicial tiene que ser más humano. La política no puede convertirlos en bestias. Ha perdido el eje, se ha olvidado de la Constitución y, más imperdonable aún, es que se ha olvidado de su condición de humanidad”
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1. Me levanto y leo esta nota canalla de Joaquin Morales Solá en La Nacion, titulada "El uso politico de una muerte" donde Molares Solá hace eso mismo, usa la muerte de Hector Timerman para denostar a alguien que Timerman adoraba y a quien le fue leal hasta el ultimo minuto: CFK— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
2. La nota es una canallada y además miente. Y quiero señalar eso, porque no solo he sido junto con @AleRuaTwit la abogada de Timerman, sino que, y más relevante para mi, que sido su amiga. Esta es la nota que voy a pasar a rebatir https://t.co/Jd3i3mG2DM— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
3. Timerman en efecto sufrió de cancer de higado. Del que fue operado y se recuperó. Y el regreso de la enfermedad coincidió claramente con la bochornosa reapertura de la causa, esa que los medios anunciaron -y exigieron- antes de que estuviera la sentencia escrita— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
4. Yo no conozco tanto de medicina como para evaluar el factor emocional en ese tipo de enfermedades. Pero si sé de leyes y procesos y de eso voy a hablarte Joaquin. Cuando Hector supo del avance de la enfermedad, me pidio que le pidiese a Bonadio, poder declarar antes— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
5. Cosa q hice, porque sus médicos me habian explicado que el dolor extremo del cuadro que presentaba Hector obligaria a propocionarle medicación que le dificultaría declarar. Y a diferencia de lo que Bonadio hizo con Franco Macri, enviándole los medicos a la casa, con Hector no— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
6. Hector, que ya caminaba con dolor y dificultad, tuvo que ir a tribunales a certificar lo enfermo que estaba. Lo sé Joaquin, porque yo lo acompañé. Fue un calvario. Y además un calvario inútil, porque pese a constatar la enfermedad, Bonadio no adelantó la declaración de Hector.— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
7. Llamó a indagatoria siguiendo el cronograma electoral.Y fuimos, previo un complejo proceso de retirarle parte de la medicación para que pudiera declarar. La indagatoria fue lo más parecido a una sesión de tortura.Hector estaba extremadamente dolorido y respiraba con dificultad— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
8. Cuando vino Bonadio a saludar y vio el cuadro de situación desolador, me escribio una nota diciendo "Dra. cuando usted indique suspendemos esto". Hector quiso seguir declarando y solo interrumpí esa declaración cuando sus labios se pusieron azules por falta de aire.— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
9. De esa indagatoria salimos y nos fuimos a una clinica porque Héctor se desmayó en el auto. Tuvo una crisis cardiaca fruto del dolor y la falta de oxigeno. Cuando volvió en si, me decia "me mataron Graciana, y yo no quiero morirme asi. No dejes que manchen mi nombre, por favor"— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
10. Luego vino el infame procesamiento y la prisión domiciliaria. Y yo recorri Py explicando que Timerman necesitaba poder viajar para hacer su tratamiento. Y tambien se lo explicamos a la Cámara de apelaciones con @AleRuaTwit , en una apelación oral que duró 4 horas.— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
11. Al final de esa apelación yo le dije al Dr. Irurzum "a estas alturas la politica no me importa, pero por favor levanten la prisión, porque necesita salir para tratarse. Se va a morir sino puede tratarse" Con lagrimas en los ojos, supliqué sin pudor. Hector se moria— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
12. Revocaron el cargo de traicion a la patria, pero confirmaron la prision preventiva. Por el delito de encubrimiento.Delito por q nadie en este pais va preso durante el proceso. Nadie salvo Hector Timerman. Y como era lógica consecuencia, EEUU le revocó la visa y no pudo viajar— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
13. Ese enero fui a Py dispuesta a no irme de allí sin la excarcerlación de Timerman. Y en lugar de Bonadio, estaba de turno Sergio Torres, que fue infinitamente mas humano. Y Marijuan, que acababa de ser papá y se vino especialmente a hacer el dictamen.— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
14. Y Plee que me abrazó diciendo "tranquila, lo vamos a solucionar" mientras yo lloraba desconsolada, diciendo "Se muere. Se me muere a mi" Porque eso sentía, que Hector se moria en mis manos, que eran impotentes para liberarlo. Pero obtuve la libertad.— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
15. Empezó el tramite de obtener la nueva visa o un permiso especial, lo que saliera antes. Corriamos contra reloj. Llamé a Cancilleria, de inmediato acordamos una reunión. Faurie y su jefe de gabinete Marcos Stancanelli entendieron la situación y comprometieron su ayuda.— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
16. Pero más allá de la buena voluntad de Cancillería, la visa especial no se logró gracias a las gestiones del gobierno Argentino. Se logró gracias a la presión de los democratas norteamericanos, entre ellos Patrick Leahy, quien instó al Congreso de USA a dar la visa— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
17. Tambien se logró gracias a la visibilidad que le dieron al tema medios norteamericanos, entre ellos el New York Times. Mientras tanto, acá los miserables de Eduardo Feinmann, Federico Andahazi y Fernando Iglesias se burlaban y festejaban. Porque así de inhumanos son— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
18. También gracias a la presion de organismos internacionales de Derechos Humanos como Human Right Watch y el CELS. Y también organizaciones israelies de Derechos Humanos como "Centro de Iniciativas por la Paz", "Osim Shalom" y "Jihalin".— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
19. En la Argentina, la Liga por los Derechos Humanos, el Llamamiento Judio Argentinoy otras organizaciones pedían tambien . Mientras tanto la Daia y la Amia guardaron un cobarde y complice silencio. Porque así de inhumanos son— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
20. De cancillería me llamaban a mi para saber como avanzaba el tramite de la visa de Hector. Casi tres largos meses demoró obtener una nueva visa. Cuando llegó a EE UU, ya era demasiado tarde para hacer el tratamiento. Ya era demasiado tarde para Hector Timerman.— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
21. Le aconsejé que se quedara alli y Hector me dijo que el queria morir en su pais. En su casa y en su patria. Y me pidió declarar ante el tribunal que va a juzgar el caso. Que era lo último que le faltaba para poder morir en paz. Que la Justicia Argentina lo escuchase— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
22. Volvio a la Argentina, conoció a su nieta recien nacida, se fue despidiendo de todos a cuantos amaba y se peleó con algunos, porque le dolio mucho el destrato y se reconcilio con otros, porque Joaquin, deberias saber que Timerman era un hombre bueno. Y finalmente declaró.— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
23. Tuve oportunidad de ser testigo de como buena parte del peronismo desfiló por su casa para abrazarlo y respaldarlo, al menos mientras pudo recibir gente. Y sos injusto con CFK en tu nota, porque me consta que ella siempre estuvo atenta a como estaba su salud y su ánimo.— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
24. Lo sé Joaquin, porque era a mi a quien CFK llamaba para preguntar y para trasmitir mensajes de afecto. Que yo siempre retransmiti y Hector siempre sonreia. Porque Timerman en un momento ya no pudo hablar por telefono y luego, ya no pudo hablar. Mucho menos recibir visitas.— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
25. Fui yo el nexo y por eso me tocó la dolorosa tarea de avisarle el domingo de la muerte de Héctor. Sos injusto en tu nota tanto con Timerman como con CFK. En lo único que sos justo es en decir que Hector era un hombre leal. Por eso y en su memoria, te respondo— Graciana Peñafort (@gracepenafort) January 2, 2019
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El uso político de una muerte
Joaquín Morales Solá
En medio de la tragedia que significa el fin de una vida, la muerte del excanciller Héctor Timerman desnudó al cristinismo tal como es. Casi todas sus expresiones descuidaron la estrategia nueva, que consiste en mostrar a una Cristina Kirchner buena y tolerante, para mostrar un espacio político dedicado a odiar y con hambre de venganza. Ninguno de los cristinistas que se manifestaron en público dejaron de señalar que Timerman había muerto como consecuencia de la persecución judicial y política por el memorándum con Irán.
La primera en hacerlo fue la propia Cristina, que luego fue seguida por dirigentes importantes de su partido, por periodistas militantes o por simples simpatizantes. Aníbal Fernández fue, como de costumbre, el más explícito: "Los h... de p... que te lastimaron sin razón pagarán por ello", amenazó, dirigiéndose a un Timerman que ya no estaba. No faltó entre los muchos tuits cristinistas la implacable advertencia de que no habrá "ni olvido ni perdón" para los supuestos culpables de la enfermedad de Timerman.
Timerman se enfermó de cáncer de hígado (uno de los más letales) durante la presidencia de Cristina Kirchner. Tuvo una efímera recuperación en los últimos meses del mandato de la expresidenta, pero recayó un mes después de dejar el gobierno, en enero de 2016. Cristina Kirchner dijo en su página en Facebook que el excanciller "se enfermó por el ataque que sufrimos por el memorándum con Irán" y descartó de plano que su vida haya terminado "por los infortunios de la vida misma y sus enfermedades terribles".
Autorreferencial como siempre, no se privó de señalar a la comunidad judía argentina por esos ataques contra ella y Timerman. La comunidad judía fue, en efecto, la que mantuvo vivo ante la Justicia el planteo de inconstitucionalidad del acuerdo con Irán, hasta que finalmente fue declarado inconstitucional.
Pero ¿por qué atribuir a la comunidad judía o a los políticos y la prensa crítica de ese memorándum la culpa de una muerte? ¿Qué pruebas existen, más allá de la conjetura revanchista o de la inferencia pseudocientífica? ¿O todos debían callar ante una de las decisiones más disruptivas que tomó Cristina Kirchner, para que nadie se enferme eventualmente?
¿No se estaba hablando, acaso, de qué hacer con el atentado más criminal que se perpetró en territorio argentino y que dejó 85 muertos (86, si se cuenta la muerte violenta del fiscal Alberto Nisman)? ¿No es esa inculpación arbitraria otro intento de censura del pensamiento crítico?
La firma de ese acuerdo fue una decisión política: ¿es, como tal, justiciable o no? La respuesta la tendrá en su momento la Corte Suprema de Justicia, la última instancia judicial con facultades para establecer si una decisión política fue un delito penal o solo una decisión del Poder Ejecutivo, que, aunque mala, no debe ser juzgada por los jueces.
Si Timerman defendió con pasión sus posiciones, que lo hizo, también los otros tienen derecho a poner el mismo entusiasmo en la defensa de sus criterios. No puede ser que la opción sea la verdad del cristinismo o el silencio, sobre todo en un asunto que hiere la sensibilidad de muchos argentinos. La diferencia que marcó Timerman, no menor en el ámbito en que desplegó su función pública, es que no tuvo ninguna causa judicial por corrupción. No apareció en los cuadernos de Oscar Centeno ni en los papeles de ningún juez que investiga hechos de corrupción.
Cristina Kirchner debería explicar, en todo caso, por qué descuidó tanto a quien fue su canciller durante cinco años. Una sola vez se interesó por su salud, pero nunca fue a visitarlo a su casa o en los sanatorios donde estuvo internado. Una carta en Facebook cuando ya la muerte ha sucedido no enmienda el olvido anterior. Esas reflexiones en Facebook se parecen más a una rendición de cuentas con su oposición, con la prensa crítica y con la comunidad judía; es decir, con los críticos de su decisión de acordar con Irán. La muerte de Timerman fue solo una excusa, un vector de palabras que se refieren a ella más que a Timerman.
Timerman le fue ciegamente leal. Cambió mucho por eso. Cuando en 2007 se fue como embajador a Washington, poco después de que Cristina Kirchner cargara públicamente contra el gobierno de Barack Obama por la valija de Antonini Wilson (que ella adjudicó a una operación de la CIA), Timerman le dijo a quien esto escribe que él era un "constructor de puentes" y que su prioridad sería restablecer la normalidad en las relaciones entre los dos países.
Esos conceptos se los había dicho antes al entonces embajador norteamericano Earl Wayne, según contó. Varios años después terminaría, ya como canciller, decomisando un avión norteamericano que había llegado por un acuerdo de cooperación policial con la entonces ministra de Seguridad, Nilda Garré. Semejante salto lo había dado cautivado por el liderazgo y la retórica de Cristina, lealtad que esta no recordó en los años de la cruel y larga agonía de Timerman.
La acusación de que se trató de una persecución de Macri ignora alguna información sobre las relaciones humanas. Típico de Cristina: a ella le importan solo sus hiperbólicas deducciones sobre los grandes acontecimientos y jamás se detiene en las personas concretas.
Los Macri y los Timerman fueron vecinos en los años 70. Vivieron en el mismo edificio porteño de Posadas y Ayacucho. Si bien los padres, Jacobo y Franco, no tuvieron relación entre ellos, los hijos sí la tuvieron. Tal vez por eso Mauricio Macri se ocupó personalmente de que la cancillería argentina tramitara una visa humanitaria en los Estados Unidos para Timerman cuando este decidió hacerse un tratamiento experimental en Nueva York.
Los Estados Unidos le habían retirado la visa a Timerman porque estaba sometido a un proceso penal en su país. Macri ha intercambiado también algunos mensajes con el único hermano vivo que le queda a Timerman, Javier, un ejecutivo de fondos de inversión que vivió casi toda su vida en Nueva York. Javier Timerman se instaló en Buenos Aires recientemente para acompañar a su hermano en los últimos meses de vida y se hizo cargo de la oficina local de un fondo de inversión. El tercer hijo de Jacobo Timerman, Daniel, murió también en 2018, en Israel.
La conclusión de lo que pasó con una muerte, injusta como toda muerte temprana, es que el cristinismo no ha cambiado. Esa mujer consensual, dialoguista, pacífica y hasta receptiva a las críticas que dibujan sus viejos o nuevos voceros no es Cristina. Cristina es la misma Cristina de siempre. Nadie cambia a los 65 años. Ella sigue siendo la misma persona rencorosa y vengativa, capaz de imponer el miedo a su alrededor y también más allá. Todo lo demás es estrategia electoral.
Sucedió en 2007, cuando también el gobierno del propio Néstor Kirchner prometió una presidenta mucho mejor que él. Abierta a las relaciones exteriores y a la comprensión de los problemas de la economía real. Un año después de asumir, les declaró una guerra interminable a los productores agropecuarios, que ella perdió. Finalizó sus dos mandatos abrazada a Hugo Chávez y al régimen teocrático de Irán.
En las vísperas de las elecciones de 2011, cuando la reeligieron, también la estrategia oficial describió a una persona buena y pacífica. Semanas después de ganar, le colocó un cepo al dólar, decisión que nunca había anunciado en la campaña electoral, y le declaró la guerra a la independencia de la Justicia y de la prensa. La Cristina que se presentaría como candidata a la presidencia el año que comenzó no será mejor que la que conocemos. Será ella, otra vez, cavando una fisura incurable entre sus seguidores y sus detractores.
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